Era s谩bado. El reloj-term贸metro de la farmacia anunciaba que eran poquito menos de las ocho de la ma帽ana y quiz谩, (por no decir seguro) marcaba un excesivo fr铆o helado.
Haciendo caso a mi copiloto Susi circul茅 evitando las principales calles de la ciudad pues en el centro, esos d铆as, se estaba celebrando la Fira de Nadal y Mercado de Navidad.
HECHOS: El Sr. Eyo.: Soborno
Cuando por fin pude estacionar el coche, ya estaban all铆 esperando Laia, Met, 脪scar, Leti, Aleix y Dom茅nech.
Dos coches m谩s arriba, Ferran iba lijando la escarcha de hielo incrustada durante esa noche en la luna de uno de los veh铆culos que deb铆a llevarnos a todos juntos a la zona de escalada.
Finalmente, con cara de sue帽o, bien abrigado, y con una gotita de moco tambaleante en su roja nariz lleg贸 tambi茅n el Sr. Eyo.
Perfecto. A pesar de saber que ese d铆a 铆bamos a estar muy por debajo de cero grados todo iba seg煤n lo previsto. Nada ni nadie iba a impedir el buen final a nuestro proyecto de escalada actual... Fuere como fuere, 铆bamos a invertir todo ese d铆a en terminar de equipar esa v铆a de escalada en su cara norte.
Justo antes de salir, mientras concentr谩bamos el material de todos (en dos de los coches) y nos repart铆amos los asientos, hicimos un rutinario inventario: Cuerdas, anclajes, clavos, taladro, petates, abrigos, comida鈥
-驴Comida?! 隆Di贸s! 驴D贸nde estaba la comida?!- En fin, pasaba lo de siempre: Resulta que nadie se hab铆a ocupado de ello.
Algunos de nosotros, (los m谩s) no le dimos mayor trascendencia y aceptamos la posibilidad de marchar igualmente sin comida, pero cuando el Sr. Eyo, con aspecto serio (pero aun con gotita de moco tambaleante) propuso que 茅l, conduciendo uno de los coches, pasar铆a primero por un colmado a comprarla y luego nos alcanzar铆a o nos encontrar铆a en el propio pie de pared, nadie objet贸 y se acept贸 la idea.
As铆 pues, se reuni贸 entre todos algo de dinero. El Sr. Eyo se sec贸 el moco tambaleante con la manga de su viejo forro polar azul, y tras juntar las dos palmas de la mano como pidiendo caridad, se lo dejamos all铆 caer, (me refiero al dinero claro, no a un moco!) y nos dispusimos a partir.
Y as铆 fue, como el primer coche, cargado con los hombres y conducido por Ferran, inici贸 felizmente su marcha partiendo hacia la derecha y hasta esa pared.
Y as铆 fue, como el segundo coche, cargado con las mujeres y conducido por el Sr. Eyo, inici贸 felizmente su marcha partiendo hacia la izquierda y hasta el colmado.
A media ma帽ana, Ferran colgado de una u帽a y montando y equipando ya la segunda reuni贸n de esa v铆a advirti贸 nuevamente que extra帽aba que el coche conducido por el Sr. Eyo a煤n no hubiese llegado. Nadie dijo nada. Aun as铆, era evidente que la cosa empezaba a inquietar. Empezaba a nevar, el frio era cada vez m谩s penetrante y en ese coche ausente iban los deseados abrigos, los plumas, dos mochilas con material, el agua, te caliente y la supuesta comida que el Sr. Eyo hab铆a comprado. 隆Ups! 隆Es verdad!鈥 Y tambi茅n iban las chicas, claro!
Cuando llegase el Sr. Eyo, lo primero que 铆bamos a hacer, ser铆a izar el petate con los abrigos y cubrirnos. Eso de estar escalando y clavando hierros en la pared, a -4 grados, era dolorosamente doloroso.
Sobre las cuatro, cuando ya empezaba a oscurecer, los hombres est谩bamos ya helados. El coche del Sr. Eyo segu铆a sin llegar. Aun as铆, decidimos intr茅pidamente agruparnos en la tercera y 煤ltima reuni贸n y 鈥渋n extremis鈥 probar de terminar de equipar ese 煤ltimo largo hasta la cima aun solo con ese 煤nico frontal que ten铆amos.
Al rato, mucho rato, yujuuuuuu!!! Lo terminamos. Finalmente con precauci贸n, sin tacto en los dedos y ya muy poca luz, bajamos hasta pie de v铆a.
Una vez all铆, d谩ndonos golpecitos en las heladas manos, en las espaldas, piernas y dando vers谩tiles brinquitos con los pies para tratar de dar calor, yo recordaba con nostalgia ese 鈥渕oquito tambaleante鈥 que hab铆a lucido esa misma ma帽ana el Sr Eyo. Observaba tambi茅n, con preocupaci贸n, los 鈥渕ocazos tambaleantes鈥 de mis compa帽eros que a cada salto sal铆an, como cataratas, de su nariz.
Por fin, all谩 a lo lejos y entre los 谩rboles, aparecieron los faros del coche del Sr. Eyo. Nada m谩s llegar, empezamos el te frio de las cantimploras y a cubrirnos.
Ya mal repuestos, con educaci贸n le interrogamos:
-隆Peazo Kapoll!!! 驴Como que has tardado tanto en venir?鈥
-Bueno- respondi贸 el Sr. Eyo, - Es que al meternos en el centro.. nos hemos encontrado con lo de la Fira y el mercado de Navidad ese... y鈥 pues鈥 nos hemos separado un ratito con las chicas y鈥 he empezado a ver paradas interesantes鈥 y se me ha ido la olla鈥 Y he empezado por comprar un pa帽uelo鈥 luego en la parada de al ladito hab铆a un forro polar mu mono鈥 y luego en la siguiente vend铆an una crema de cara y un ung眉ento natural pa manos鈥 y鈥uego鈥 y luego con el fr铆o nos hemos agrupado鈥 y en fin鈥 hemos encontramos que hac铆an creps鈥 y鈥︹
-Pero ser谩s Kapoll!!!- Le interrumpi贸 Met con una nariz verdaderamente roja, (desconozco si la nariz era roja de fr铆o o de sulfuraci贸n) -驴Y donde est谩 la comida?
-Bueno- repar贸 t铆midamente el Sr. Eyo鈥- Ver谩s鈥 Es que cuando ya 铆bamos a comprar la comida鈥 hemos encontrado un PUF-sill贸n mu mono鈥 y he pensado que para el local eso鈥 ese PUF era preciso y... en fin鈥 QUE LO HE COMPRADO para el local. Amss鈥 y claro, ejem ejem鈥 con el dinero de la comida!
-AAAAhhh
En ese momento Met mir贸 a las chicas incr茅dulo para preguntar.
- 驴Un PUFF? 驴Pero vosotras no le hab茅is dicho nada y hab茅is hecho nada?
Se hizo el silencio鈥
Una voz t铆mida de una de las chicas explic贸:
- Nosotros le est谩bamos esperando en la Creper铆a y no sabemos nada de nada鈥 Por supuesto que si lo hubi茅ramos sabido鈥 no habr铆a pasado鈥 Amsss鈥 Eso ya sab茅is鈥 Es Eyo. 脡l es as铆!!
Todos en ese momento miramos al Sr. Eyo鈥 El Sr. Eyo ajeno y distra铆do鈥 aprovech贸 ese silencio para secarse con la manga otro 鈥渕oquito tambaleante鈥 de la punta de su nariz鈥 ahora con la manga de su nuevo forro polar verde鈥 Levant贸 la cabeza ex贸tico, nos mir贸 a todos鈥 y con sonrisa de pan tierno enorme鈥. sonri贸.
En fin鈥
Claudicando y sin remedio, finalmente reagrupamos nuevamente el material en los coches y con hambre, mucha hambre y fr铆o, nos fuimos ya de vuelta
Y as铆 fue, como el primer coche, cargado con los hombres y conducido por Ferran inici贸 felizmente su regreso. Ferran arranc贸 el motor, mir贸 por el retrovisor esa silueta de la pared d贸nde se encontraba esa preciosa v铆a reci茅n creada鈥 y con una sonrisa feliz de satisfacci贸n鈥 aceler贸鈥
Y as铆 fue, como el segundo coche, cargado con las mujeres y conducido por el Sr. Eyo inici贸 felizmente su regreso. El Sr. Eyo arranc贸 el motor, mir贸 por el retrovisor esos tres precisos cuellos de chica, adornados con tres preciosos colgantes artesanales鈥 y con una sospechosa risita鈥e satisfacci贸n y quiz谩 tambi茅n鈥 (solo quiz谩) tambi茅n de soborno y pago a silencio鈥 Juaaaaa!! aceler贸!