Hace años, ví una película en la que el protagonista salvaba a una chica de morir ahogada; le practicaba una traqueotomía. Estuve una temporada que, saliera donde saliera, siempre llevaba encima una navaja suiza y un bolígrafo Bic; por si acaso.
Por aquél entonces, vi también otra película la que un fornido protagonista, un tal llamado Rambo, cargaba con un cuchillo-puñal de supervivencia que le permitía liquidar a toda una trama de militares agresivos. Estuve esos mismos años llevando también un puñal con brújula y pendiente del inicio de la tercera guerra mundial, debidamente listo para exiliarme hacia Francia, por el Norte, al menor signo de alarma.
Yo soy así, a veces me da por prepararme para situaciones que es improbable que sucedan pero que pueden suceder. Será por eso que siempre voy con una bolsa magnesiera vacía de magnesio, o sea, un abolsa lista para recoger, meter y cargar allí lo que haga falta, pero vamos… afortunadamente ese es otro tema.
HECHOS: Donde estoy donde vamos.
Semanas atrás, leí en un suplemento dominical del periódico que es posible evitar un cuadro amnésico grave a alguien que acaba de sufrir un shock, o un golpe fuerte. Según el articulo, la clave está en actuar con rapidez y ayudarle a recordar de inmediato cosas sencillas, que le sean familiares; como su nombre, su residencia o algo similar.
Así que, cuando el otro día el Sr. Eyo al levantarse remató de cabeza el techo del bloque de gres (hay que ver, también es mala suerte, para una vez que el pobre chaval me estaba mirando a los ojos mientras comíamos el bocata, como si entendiera lo que le estaba contando, hay que joderse…); Lo primero que hice fue arrodillarme a su lado para comprobar que tuviera todos los piños en su sitio y que la herida no fuera tan profunda como para que se desangrara antes de que llegáramos a la UVI.
Luego le ayudé a incorporarse.
Y se quedó ahí sentado en el suelo, abriendo y cerrando la boca, como mi pez de colores… pero sin pecera.
Y me preocupé un poco…
Así que, con mucha calma, controlando perfectamente la situación para que no cundiera el pánico, le dije:
- ¡¡¡¡¡Vaya ostión tioooo!!!!!! ¡pero-no-la-has-visto! ¿tas matao Pacooo?
A lo que él contestó:
- glglglglglglgl joputa duro que es el gres glglglglgl...
Justo entonces recordé el artículo del suplemento dominical y pensé que más valía prevenir que curar, arqueé una ceja y pregunté con voz serena:
- Vamos a ver, concéntrate, piensa, dime: ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas? ¿Dónde vives?
Y él, intentando encajar de nuevo la mandíbula en su lugar y flexionando las rodillas para ponerse en pie, respondió:
- Desde luego Quo, mandangüevos. Me pego yo una ostia que te cagas, y resulta que eres tú quien pierde la memoria...
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