Una bonita mañana de primavera, desayunando café con leche en el refugio de Santa Cecilia de Montserrat, el Sr. Eyo recibió una llamada de un jovencito chaval, medio conocido, quien le pidió para juntarse con él y compartir un día de escalada.
Él estuvo de acuerdo... no había problema... y así le dijo que allí le esperaba.
Antes de colgar el teléfono, el chaval que le llamaba añadió que mientras él se acercaba al Refugio, el Sr. Eyo escogiera cualquier vía para escalar de las reseñas, que escogiera sin temor... pues él, había entrenado mucho, y ahora era una máquina!
HECHOS:
Entonces el Sr. Eyo abrió aquellos ojos que le hacen ver. Y de inmediato excusó que no podía ser. Que él solo es escalador. Que él solo quiere escalar... Que a él... NO LE GUSTA JUGAR A MÁQUINAS!
Colgó.
Y se fue.