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Sin duda alguna, todos ustedes sabrán que las locuciones verbales “Darse contra la pared” o ”Subirse por las paredes” usadas para denotar“desesperación”o sinónimo de estar nervioso o ansioso por algo, las inventó el amigo de un escalador, un día de lluvia!
Eso no es raro: Todos quienes tenemos a un escalador en casa, lo hemos visto un día sí y otro día también, subirse por las paredes o darse contra la pared cuando este, a causa de la lluvia, no puede salir a escalar (paradójicamente) también a una pared!
HECHOS: Perderse el espectáculo
Aquél verano venía siendo un verano tan excesivamente caluroso y seco que se hacía imposible ya no solo escalar, sino incluso el mero hecho de pasear. Llevábamos ya tres días encerrados en el camping sin poder salir a escalar por el bochornoso calor de día y aquella rutina empezaba a resultar duramente superable. Pero la desmotivación total del grupo definitivamente nos acopió cuando la nevera portátil de la furgoneta, en un lenguaje universal, dijo “Zuizz- Zass-Ploff”! Echó una chispa, ¡y se rompió!
Aquella, era sin duda alguna la gota (en este caso gota de sudor) que colmaba el vaso para que decididamente, alguien del grupo, con espíritu de líder y fuerte, tomara las riendas salvadoras.
Y ese, como ya nos tiene acostumbrados, se reveló y emergió en la persona del Sr. Eyo quien, mientras desayunando, tras beber un tibio sorbo de leche de soja y mojar una pringosa madalena caliente en ella, solemnemente nos comunicó:
- Bows! Durante esta madrugada, y visto que los nervios y el malhumor empezaban a regir dentro de esta calurosa furgoneta, os he apuntado, por internet, en una carrera nocturna de montaña que se hace en el pueblo de al lado. Así pues, esta noche nos vamos allá, ¡y a correr! !Yeaah!
Mi primera actitud a la propuesta (totalmente facturado por el calor) fue de total pereza y querer reprender de inmediato al Sr. Eyo aclarándole que nosotros no somos corredores de carreras de montaña… ni diurnas, ni nocturnas… ¡se sepa! Que nosotros somos “Es-ca-la-do-res”!
Pero en el fondo, los cinco sabíamos que aquella actividad, por lo menos, iba a liberarnos un poco las anisas y los nervios acumulados esos días de no hacer nada, y que sin duda alguna, mal no nos haría y se accedió!
- Por cierto Isaac y Quo… - Añadió el Sr. Eyo- He pagado tres de las inscripciones con la tarjeta de crédito de Quo... y las otras dos con la tuya Isaac… que tu tarjeta Quo ya no tenía más saldo! ¡Yeaah!
Pues sí. Aquello mal si me hizo.
Pero resultó entonces, que aquella futura actividad nos había devuelto La Vida!! Los cinco nos pusimos de inmediato y casi sin querer en movimiento y, fíjate tú, incluso a ordenar y limpiar, la furgoneta.
Vamos... Que total alegría, tanta como para también además, (con cara de icono-sonrisa al estilo WhatsUpp! :) llegar esa mañana a pasear y descubrir que había otra vida en el camping: Duchas... Parque infantil, niños con bici, vecinos con tiendas mu guapas… vecinos con vecinas mu guapas y ¡Ojo Tu! Hasta Lavandería!
A ello fue Ori quien dijo: “¿Y si lavamos la ropa?” Pero no... No le hicimos caso! A saber como funcionaba aquél aparatejo blanco! Que nosotros somos es-ca-la-do-res y no ingenieros, ¡juer!… ¡A más! … Que tampoco estábamos tan sudados, tú!
Y sí, nos fuimos al bar.
Para hidratar…
Claro!
Y así pues, tomando una cervecita en el bar de las cervecitas, ya más hidratados, imaginábamos como sería la carrera… Yo me veía inscrito como Quo Jornet. Isaac más original: como Isaac Jornet… Y el Sr. Eyo, un poco más original si cabe: Sr. Kilieyo Jornet. Y tras otro sorbito de fresca cervecita, el Sr. Eyo, alias Kilieyo Jornet, cerraba los ojos y se imaginaba a sí mismo subiendo y brincando con fuerza en el duro último desnivel marcado por la carrera… y rompiendo la cinta de “Meta” con el pecho y la melena al viento… (si la tuviera, claro)
Y llegó la hora de comer: Y dado nuestro dilatado currículum y como habituados corredores que somos (de por lo menos más de una Trail-carrera competida en la vida: Concretamente esas dos corridas que hicimos en marzo 2002 y junio del 2003 para pillar sitio en el funicular de Montserrat, cuando las obras, …y adelantando a los abuelos de la procesión) para comer y emulando las comidas de los atletas olímpicos de Londres, se agenció una de Espaguetis. En fin, también más que nada, porqué “pasta” es lo único que llevábamos comiendo los últimos diez días y porque “pasta” era lo único que llevábamos en la furgoneta desde que salimos de casa!
…
Por fin estaba oscureciendo.
Con sangre ansiosa de tres días sufridos de inactividad y ganas ávidas de hacer algo ya, hacer algo ya, hacer algo ya, llegamos de los primeros a la plaza y parking del pueblo.
Un portal verde de globo hinchable, con forma de arco, situado en mitad de una calle saliente de la plaza, anunciaba “LLEGADA”. A pie derecho de ese portal, una mesa de validación de inscripciones. Y sentadas en esa mesa, ¡A saber!, tres agradables chicas y un cartel.
Lo primero que vio el Sr. Eyo fue el cartel de premios! ¡Dios Mío! ¡Era una carrera semi-pro con premios!
Desde ese mismo momento, quisimos aparentar dilatada profesionalidad! (La ocasión la valía) pues no en vano, por este mundo “zen-energético” reza un dicho que dice que si quieres algo, te crees capaz, y te lo crees! ¡Lo consigues!...
Y en ello, nuestra avaricia y egolatría nos llamaba como canto de sirenas desde ese momento a ir a por todas. Nos apresuramos a entrar nuevamente a la furgoneta para cambiarnos de ropa. Nos uniformamos los cinco iguales: Camiseta de rojo y pantalón corto de negro y yo, ágil, acudí a ponerme en la cola de inscripciones para formalizar la inscripción junto a muchos otros demás.
Fue entonces cuando me percaté que Increíbles frontales última generación brillaban en sus caras. Que maillots y ceñidas camisetas anti-no-se-qué marcaban anatomías de Hombre Diez… Y que calzados (de innombrables cifras) lucían fluorescentes en sus pies a cada uno de sus pasos… Por mi mente pasó por un instante la posibilidad que la gente no observara la precariedad de nuestro material (que nos delataba como verdaderos peleles en el tema) puesto que estaba ya oscureciendo…
Lástima que apenas llegar delante la mesa de inscripciones, el Sr. Eyo, a la vez que simulaba unos profesionales estiramientos Biceps-femoral, (Dios! nunca imaginé que eso que tenemos allí se podía estirar… y menos que eso existía) preguntó:
- Hola chicaaaasss! Oye, he visto que ahí está el arco de “LLEGADA”… pero no veo el de “SALIDA”! ¿Donde está?
La chica del centro, una que pareció menos sofocada de vergüenza ajena a la pregunta, se levantó, y señalando ese mismo arco verde gigante de llegada, en mitad de la calle, repuso: Si te das la vuelta “chicoo”, veras que al otro lado del arco, pone: “SALIDA”
Yeahh! ¡Cagada!! Y Adiós anonimato! ¡Novatoo!
Desde ese momento, ya casi totalmente oscurecido, solo nos quedó escondernos bajo la sombra de un foco que apuntaba al arco… (por el lado de “salida, claro”) observando como muchos “otros” curtidos y relevantes corredores del mundo del mountain-trail, se iban apuntando también… De nada serviría hacerse el bueno, ya! Ni glamour, ni buena reputación ni… ostias!
Y fue Ori quien dijo: “Y si nos vamos al camping? …¿Y aprovechamos y lavamos la ropa?” Yo quise decir que sí (porque yo no soy ingeniero vale!, Pero sí qué undía día pude sacarme la ESO… y eso y eso… y quizá si mirara la lavadora podría….) Pero justo en ese momento, apareció sorpresivamente un buen conocido, a quien amistosamente nosotros llamamos, el “The Best” y me interrumpió:
- ¡Ostiaaaa Sr. Eyo! ¿Quo? ¿Isaac? ¿Mik? ¿Juaaann? ¿Que hacéis aquí? –preguntó The Best,- ¿No me diréis que vosotros también os habéis apuntado a la carrera??!!- Ya veo que realmente es cierto eso que dicen que sois unos deportistas natos e incansables!
Juan se puso un dedo en la nariz, buscando un moco, y aparentando que aquello no iba con él!
Mik, se recolocó la camiseta roja... como expresando, ¡Que raro! juraría que antes esta camiseta era amarilla…
Isaac se agacho... como para atarse la zapatilla… aunque era de velcro!
El Sr. Eyo seguía calentando y estirando los bíceps-femoral. Ajeno al mundo y convencido que a él, nadie ni nada le quita la buena reputación!
Y yo quise decir que No. Que no estábamos los cinco allí para correr ni en broma. Que en realidad estábamos allí los cinco, de noche y vestidos de rojo, cazando búhos porqué tenemos un amigo biólogo que está doctorándose en un trabajo de la migración veraniega del búho… Pero me lo callé.. Algo en el subconsciente me decía eso no iba a colar!
- Oye! Que ilusión! -Añadió eufórico “The Best”- Mira, voy a hacer una cosa… Me junto con vosotros y os haré de liebre y así podéis correr a ritmo y rebajáis tiempo!
Me consta que los cinco quisimos decir al unísono “No, no , no… no hace falta… que nuestro ritmo iba a ser de vals!” Pero ya se oía el aviso de colocación a Salida…
Aún como tonto, levanté la cabeza para asegurarme que el arco verde que me cubría… Decía fatalmente “salida”! Y sí, estaba en la salida: En la salida de nuestra perdida de dignidad…
Los cinco y “The Best” encendimos el frontal, y al grito de Yeaaah!! Junto al conjunto de participantes empezamos a salir!
A los cuatrocientos cincuenta metros (literal) aún en el pueblo y sin siquiera haber entrado en el bosque, torpemente eché el pie fuera la cuneta y me fui contra un semáforo. De inmediato, “The Best” y los otros cuatro, me miraron enfocándome a la cara con sus respectivos frontales como si un preso en “La Roca” fuera! Cuando por fin entendieron que lo que necesitaba era que no me enfocaran, me levanté, y visualizando de nuevo el circuito, entre diminutas estrellitas brillantes centelleando en la retina de mis ojos, seguimos más para allá.
A los 3,5 Km, Isaac, ya con más temperatura, y no acostumbrado a llevar frontal en carrera, quiso secarse el sudor de la frente. Y lo hizo. Y con ese gesto, al pasar la manga… Descolocó el frontal. Y una profunda oscuridad apareció de golpe en su orientación norte… Y claro, se tropezó…
Al escuchar la caída, algunos nos dimos la vuelta. Y fue ver como una luz en medio de la nada iluminaba de golpe al cielo, después a un árbol y finalmente mostrando una parábola elíptica muy rara, se metía en medio de una enramada para terminar oscureciendo como si un mismísimo topo campestre la enterrara en su madriguera en mitad de un arenal. Y eso no era buena señal! Efectivamente: Poco después, en el 3,6 Km Isaac ya iba debidamente mal. Mal señalado en la cara, claro! ¡Juasss!
En el 7,8 Km, El Sr. Eyo simplemente se tropezó. Y cayó! En la caída se desparramó todo su frontal, bombilla, goma y tapa del foco… Tras recogerlo y volver a colocar todas las piezas, se puso de pie… Fue en ese momento cuando yo, avergonzado, no pude estar de comentar a “The Best”
- Oye “The best”, No tienes porque esperarnos… No hemos hecho nada más que empezar… Y aún queda mucha carrera… Y tú aun puedes sacar un buen premio de aquí!
- Quo -me contestó,- Yo no soy ingeniero… Yo soy sencillamente un pobre padre de familia que apenas y contadas veces puede levar a sus hijos al cine… Y ciertamente me irían muy bien esos euritos del premio… Pero por nada del mundo Me perdería este espectáculo vuestro, ¡juass!
Y claro, se quedó!
Al día siguiente, estábamos ya de nuevo los cinco en la furgoneta, derrumbados encima del sofá. La decisión era difícil: Nosotros estábamos allá, y la ropa de los cinco, ensangrentada y sudada… en el centro.
Y la lavadora Allá! Al otro lado del camping.
Fue Ori quien dijo: “¿Y si vamos allá donde la lavadora… y lavamos la ropa?!” Yo quise decir que sí (porque no soy ingeniero, vale! Pero tampoco soy un guarro...) Pero estaba clarísimo que nadie de nosotros iba a cruzar por la mitad de todo el camping andando como un jinete cuatrero con agujetas! ¡Se sepa! Que nosotros no damos espectáculos, ¡ostia!